ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
Iglesia Catedral de Ferrara, 10 de febrero 1996
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Texto bíblico: Is 7, 1-12
Si recordáis, en la última catequesis hablamos de la fe: creer significa «encontrar en la Iglesia y por la Iglesia al Señor Jesús».
Intentad volver a recorrer todo el camino que hemos hecho hasta ahora. Jesús se dirigió a vosotros, a cada uno de vosotros que quiere vivir en plenitud; después nos preguntamos si es más razonable creer o no creer: es más razonable creer porque sólo creyendo el hombre no disminuye la amplitud de sus deseos; y así, lógicamente, nos preguntamos qué significa realmente «creer». Y ahora queremos entender qué significa «no creer». Tendremos como base de nuestra catequesis la página de la Sagrada Escritura que acabamos de leer, en la que se nos describe a un personaje, el rey Ajaz, que no quiso creer.
1. No creer significa negar que existan otras posibilidades más allá de las humanas.
Considerad bien esta figura. Ajaz es rey de Judá, no es muy poderoso ni militar ni políticamente. En un momento dado, el rey de los arameos (Rezín) y el rey de los israelitas (Pekaj) le declaran la guerra. ¿Qué puede hacer un jefe de estado en estas condiciones? O buscar un compromiso, o aliarse con otro estado. ¿O bien?
Pensemos en la situación en que se encontraba Moisés cuando tenía el mar delante y el ejército egipcio detrás: ¿qué podía hacer? ¿qué opciones tenía?
Qué dice Isaías, en nombre del Señor? «no temas...» es más: «pide una señal». ¿Qué dice el Señor a Moisés? «¿por qué gritas a mí? ... que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco» (Ex 14, 15-16). Y en este punto debemos prestar mucha atención.
Ajaz piensa: «¡pero qué señal! aquí sólo hay una salida: que me alíe con Asiria» ¿Era verdad? Desde el punto de vista humano no había otras posibilidades: ésta era la única. Pero, ¿es el punto de vista humano el único? sí, los que no creen dicen: «no hay más posibilidades fuera de la que yo veo». Esta es la descripción de la no-fe: no hay otras posibilidades más allá de las humanas.
Pensemos ahora en Moisés. ¿Qué posibilidades tenía? Luchar contra el faraón: ¡una locura! La única posibilidad era llegar a un acuerdo con el faraón y volver a Egipto. Pero esa era la única posibilidad desde el punto de vista humano. Es decir: humanamente, usando sólo la razón humana, no había otras posibilidades. Pero, ¿existen sólo las posibilidades que humanamente se pueden descubrir? No creer significa decir: sí, no hay más posibilidades que las humanas.
Hasta ahora he hablado del rey Ajaz y de Moisés. Ahora empiezo a hablar de ti, de mí, de cada uno de nosotros. Lo hago sirviéndome de algún ejemplo.
Hemos hablado de la virginidad consagrada. Ante esta elección, uno dice: ¿pero cómo? ¿Es verdad o no que la sexualidad forma parte de nuestra naturaleza? Ciertamente: es verdad. ¿Es verdad o no que el ejercicio de la sexualidad es una necesidad de la naturaleza? Ciertamente: es verdad. Y entonces, ¿es verdad o no que el hombre/la mujer que renuncia a este ejercicio, renuncian a ser plenamente hombres o mujeres? No, no es verdad, porque hay una posibilidad de realizar la propia masculinidad/feminidad que no es la que desde un punto de vista meramente humano se puede ver. Hay otra posibilidad, la virginidad. Ahí lo tenéis: los que no creen dicen que sólo hay una posibilidad; los que creen dicen que hay dos, porque hay una que no es simplemente humana.
- Pongamos otro ejemplo, yo diría que muy dramático. Hay mal en el mundo. Entonces uno dice: o Dios no es más poderoso que el mal y entonces el dios último de la historia es el mal; o Dios puede eliminar el mal, pero no quiere y por eso es cruel. Escuchad cómo Leopardi expresa esta situación: «Abandonada, oscura / queda la vida. En ella la mirada, / busca el confuso caminante en vano / de la vía que aún siente tan larga, / meta o razón; y entiende / que a sí la humana sede, / él a ella en verdad se ha vuelto extraño».
Pero, ¿es así? Desde el punto de vista humano, sí. Pero, ¿sólo existe este punto de vista? ¿No hay otras posibilidades además de las humanas? No existen: los que dicen esto no creen. Es aquel que vive dentro del conjunto de las posibilidades puramente humanas, naturales.
Así que, en conclusión: si dices, si estás convencido de que no existen más posibilidades que las humanas, entonces no eres creyente - Pero ahora tenemos que profundizar en esta actitud, para comprenderla cada vez más.
2. Hagámonos una pregunta: ¿Por qué se negó Ajaz a «creer», es decir, a pensar que había otras posibilidades que las que él había vislumbrado? ¿Por qué se negó Moisés a llegar a un acuerdo con el Faraón, pensando que Dios tenía otras salidas? Sencillamente porque Ajaz pensaba que «lo que la razón humana no comprende, no existe». Todo está encerrado dentro de los límites de la razón. Nada fuera de la razón puede ser pensado o hecho, salvo descalificándolo como digno de los aspectos inferiores del hombre. Prestad atención: Ajaz no niega la existencia de Dios: Ajaz niega toda posibilidad de liberación mediante su intervención (la de Dios) más allá del horizonte de nuestra razón. Esto es lo que significa no creer: lo que no corresponde, lo que no es verificable por mi razón, no es posible. No creer significa encerrarse en los límites de la propia razón. Así pues, hemos captado una dimensión, un aspecto esencial de la no creencia: no existe más que lo que puedo comprender con mi razón. Mi razón es la vara de medir, la medida de la realidad.
«La curiosidad de los hombres busca el pasado y el futuro
Y se aferra a esa dimensión. Pero no aprehende
El punto de intersección de la ausencia temporal
Con el tiempo, es una ocupación para el santo» (T.S. Eliot).
3. Pero hay todavía otro aspecto en la actitud de no creer. Y es aún más importante. He utilizado a menudo la palabra «posibilidad». Se trata de una palabra que indica una extraordinaria experiencia humana. Ayudémonos a comprenderla con algún ejemplo.
Imaginemos que estamos con Moisés: ¿existe una salida para Moisés? Es decir, ¿qué «perspectivas» tiene ante sí? O la muerte en el mar o la esclavitud en Egipto. No tiene perspectivas, porque no tiene libertad. Decimos todo esto en una palabra: no tiene posibilidades. Ya veis que posibilidades significa libertad. Prestad mucha atención.
Quien no cree niega que existan otras posibilidades además de las humanas, es decir, las que la razón humana puede descubrir. Es decir: quien no cree niega que exista una libertad que va más allá del horizonte de las puras capacidades humanas. Frente a tu sexualidad ¿qué libertad posees? Ninguna, salvo la de satisfacerla, dice el no creyente; la virginidad, dice el creyente. Frente a esta vida, ¿qué libertad posees? Ninguna, salvo la de simplemente hacerla soportable o evadirse de ella, dice el no creyente; la alegría de realizarla en la plenitud del amor, dice el creyente.
Pero tratemos de ser más precisos, pues estamos hablando de algo muy importante. En la Iglesia y a través de la Iglesia, se te hace el anuncio de un Dios que se hace compañero del hombre en su camino. Esta participación divina supera la fuerza de tu voluntad, no para anularla, sino para hacerte capaz de realizarte. El incrédulo dice: todo esto no es verdad y, por tanto, la mía es una libertad encerrada en la prisión de las puras posibilidades humanas. De esta definición de libertad nace toda nuestra tragedia. Es una existencia que ya no tiene imprevistos. Lo imprevisible no existe, porque es imposible: todo está ya determinado. Al final, la no-fe ha destruido al hombre: y vosotros, jóvenes de esta cultura de la increencia, os habéis convertido en los críticos más fuertes, porque habéis sido devastados por ella.
«No hay cosa más amarga que el alba de un día en que no pasará nada. No hay cosa más amarga que la inutilidad […]
La lentitud de la hora es despiadada para quien no espera ya nada» (C. Pavese)
He terminado. ¿Qué significa no creer? Negar que existan otras posibilidades que las verificadas por la razón, ya que no es cierto que Dios haya entrado en nuestra historia.
Conclusión: quizá podamos resumir muy brevemente las dos últimas catequesis. El no creyente dice: el hombre es una nada capaz de nada; el creyente dice: el hombre es una nada capaz de Dios.
Traducción de José Antonio Santiago
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