Prólogo a Ángel Rodríguez Luño, Ètica general, Ediciones Universidad de Navarra, S. A. Pamplona, 1991
Son muchas las cualidades que recomiendan la lectura, la meditación y el uso de este libro de Ética Filosófica en las facultades de Filosofía. El texto de- muestra, en primer lugar, que su autor posee un conocimiento exacto del pensamiento ético clásico, moderno y contemporáneo. Un conocimiento que es fruto de la asidua y meditada lectura de todos los grandes pensadores esenciales y que, sobre todo, sabe enseguida discernir con segura intuición especulativa lo esencial de lo accidental. Por consiguiente, logra introducir con un lenguaje sencillo, también al estudiante de Filosofía que afronta reflexivamente por primera vez los problemas éticos, en temáticas que son objetivamente difíciles.
Entrando más directamente en el contenido del pensamiento, el profesor Rodríguez Luño fundamenta su reflexión en el pensamiento ético de Sto. Tomás de Aquino, pero no simplemente para repetirlo. Se trata de un «volver a tomar», que se enriquece con las aportaciones especulativas sucesivas, realizado con una aguda conciencia crítica. Desde el inicio, el autor toma claramente posición en el debate filosófico contemporáneo, ajeno a todo intento de imposibles componendas dialógicas.
Sobre la base de estos presupuestos, el libro que presentamos constituye un nuevo paso para la superación de aquella ética de la «tercera persona», enteramente concentrada sobre la corrección/incorrección (rightness-wrongness) del acto aisladamente considerado, más que sobre la persona que actúa en vista de un fin. Y en este contexto se concede un amplio espacio a la persona moral y a la virtud.
Aunque el libro es un tratado de Ética Filosófica, recomiendo su lectura atenta también a los estudiosos de Ética Teológica. Estoy cada día más convencido de que una de las raíces más importantes (¿o la raíz principal?) de la actual crisis teórica de la teología moral es de carácter filosófico.
En una cultura en la que la percepción del bien moral ha ido trágicamente oscureciéndose, a pesar de que se hable tanto de ética, cabe esperar que este libro ayudará a las jóvenes generaciones, que inician ahora sus estudios filosóficos, a descubrir más profundamente dentro de sí aquella vocación al bien en la que consiste la dignidad de la persona. Porque, al fin y al cabo, «¿de qué sirve al hombre ganar el mundo entero si después se pierde a sí mismo?».
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